Un caso real en EEUU: Se llamaba Claudia Aderotimi. Era una estudiante británica que se ganaba la vida como bailarina y había aparecido, esporádicamente, en algún vídeo musical. Quería tener un trasero más voluminoso, “Para hacer más vídeos”, para convertirse en “una estrella”.
Vivía en Londres, viajó a Filadelfia inyectarse silicona en los glúteos, falleció por problemas respiratorios desencadenados por la operación.Los policias que investigan su muerte creen que la joven contactó, antes de viajar a Estados Unidos, a quien le suministraría el servicio a través de internet y por medio de llamadas y mensajes de texto.
La inyección de silicona líquida para fines cosméticos está prohibida en Estados Unidos, existe un floreciente mercado negro que comercializa con la sustancia. En varios sitios de internet, cibernautas comparten las experiencias, todos desean unos glúteos exuberantes.
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