Las bolas de bichat las tenemos todos en la cara pero, dependiendo de su tamaño, hacen la forma de la misma más o menos redonda. La bichectomía o extracción de bolas de bichat se lleva a cabo para afinar el rostro.
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¿Quién no ha dicho alguna vez?: “La cara es el espejo del alma” como decía Rosa Montero en un artículo en El País, eso “no siempre es cierto. Sería sumamente cómodo que supiéramos de qué va el tipo que tenemos delante con solo echarle una ojeada, pero las cosas no funcionan así”. Ella sugería que el verdadero espejo es el rostro: “no controlamos la cara con la que nacemos, pero al madurar la vamos tallando, o nos va emergiendo a la superficie el verdadero rostro interior”. Leer más
¿Quién no recuerda a Sara Montiel y otras actrices de cara redonda posando al tiempo que se mordían la parte interior de las mejillas? Ese sencillo truco permitía a la manchega y a sus colegas afilar sus rasgos, aunque era sólo eso, una ilusión acentuada por el uso generoso del colorete en los laterales del rostro. Y en cuanto las cámaras desaparecían, los mofletes volvían a su sitio.
Durante un tiempo se creyó que la extracción de las muelas del juicio podía proporcionar el mismo efecto, pero permanente. Y no dudamos de que en algunos casos el cambio fuera posible, sin embargo, un rápido repaso a las facciones de quienes en nuestro entorno han debido sacarse las muelas nos demostrará que, habitualmente, esa extracción no tiene como consecuencia una modificación sustancial del aspecto de la cara.
A día de hoy, la única manera que las personas de cara muy redonda o de pómulos poco marcados tienen de cambiar radicalmente su fisonomía facial es desprenderse de las bolas de Bichat.